Lina K, la última sensación rusa

wimbledon

Lina K, la última sensación rusa

Lina K, la última sensación rusa

Tenemos chica nueva en la oficina, se llama Krasnoroutskaya (ya se acostumbrarán) y todavía no es divina pero va camino. Esta joven rusa de 17 años que tiene unos ojos azules con los que podría atracar bancos será hoy la rival de Conchita Martínez en octavos de final.

Tenemos chica nueva en la oficina, se llama Krasnoroutskaya (ya se acostumbrarán) y todavía no es divina pero va camino. Esta joven rusa de 17 años que tiene unos ojos azules con los que podría atracar bancos será hoy la rival de Conchita Martínez en octavos de final.

El tenis femenino se ha convertido en una pasarela, es cierto, en la que importa tanto el revés como el palmito. Pero siempre tuvo esa inclinación, basta recordar a Chris Evert o a Gabriela Sabatini. La última estrella de ese mundo de tenis-couché es Krasnoroutskaya, Lina K, como ha sido bautizada por la prensa inglesa, que inmediatamente la ha enfrentado con la diva Kournikova, Anna K, la muñeca con stress de tobillo.

“When Anna’s away, Lina will play”, tituló The Daily Telegraph, algo así como “mientras Anna esté lejos, jugará Lina”. “Si Kournikova es Brigitte Bardot, su compatriota rusa es Meg Ryan”, continuaba el rotativo en pleno delirio cinematográfico.

Con pedigrí. No obstante, hay quien piensa que lo más difícil de la rival de Conchita es el apellido. No es cierto. Krasnoroutskaya viene precedida del ruido que anuncia el expreso de Chicago. En 1999 fue campeona del mundo júnior. Debutó en el circuito profesional con 15 años y hace apenas un mes, recién cumplidos los 17, se clasificó para cuartos de final en Roland Garros.

Sus comienzos no fueron tan glamurosos. Su familia abandonó Ucrania cuando ella tenía seis años, porque su hermano sufría problemas de salud. Ya en Rusia, sus padres (Vladimir y Marina) la inscribieron en el destartalado club Spartak de Moscú, el mismo donde se formó Kournikova. La matrícula cuesta 7.740 pesetas al mes, una fortuna si se piensa que la abuela de Lina vive con 2.700 pesetas mensuales. Pero los niños de Rusia sueñan con ser Kournikova y Safin. “De todos los sitios cuelgan sus pósters. Anna es muy guapa y juega bien al tenis, es lógico que las chicas quieran ser como ella”, admite Lina, modesta, incapaz de imaginarse aún el dinero que puede amasar jugando al tenis. En París, sus padres le regalaron un ordenador por llegar a cuartos. Pronto podrá ser accionista de la compañía.

El duelo. Por lo tanto, el vértigo del futuro, contra el cómodo presente de Conchita Martínez, 29 años y más de 1.800 millones de pesetas en premios durante su carrera. Jamás se han enfrentado. La rusa está verde, pero esto es Wimbledon. La aragonesa tiene todo a su favor para llegar a semifinales y encontrarse allí con Jennifer Capriati. Demasiado fácil para una jugadora brillantísima, pero que tiene una cabeza que hierve como el volcán Krakatoa. Sólo un hundimiento de Conchita convertirá a la niña en Lara Croft.

La jornada de hoy será completa. Todos a la hierba. Federer hará sufrir a este Sampras penitente y genial; el duelo entre Dokic y Davenport promete... algún favorito pegará el gatillazo, eso es seguro.

Guapos y feos, altos y bajas, flacos y gordas (que las hay), todos desfilarán en la pasarela de Wimbledon, rodeados de fotógrafos, sudorosos, perseguidos por las cámaras, pendientes de cada suspiro, de las curvas de Serena, del pecho-lobo de Rafter. En medio del bombardeo de nada vale tu cara de ángel, sólo tu instinto asesino. Primero pum y luego muac. Así son ahora las princesas.