Se busca campeón por 160 millones

US OPEN '01

Se busca campeón por 160 millones

Algo más de 160 millones de pesetas por ganar siete partidos. El Dioni se hubiera hecho tenista. Es el US Open. Ningún acontecimiento deportivo reparte tanto dinero en premios.

Se calcula que Nueva York obtiene unos 79.000 millones de pesetas como ingresos indirectos. La ciudad vibra (por lo menos el alcalde Giuliani). Sólo los Juegos Olímpicos de Atlanta dejaron más dinero en una sede.

El Abierto de Estados Unidos (Flushing Meadows o Forest Hills, para los clásicos) abre hoy su 120ª edición. Y lo hace justo en el momento en el que el tenis masculino muda de piel. El viejo orden mundial contra la generación Playstation. Revés cortado contra yoya desatada, solteros contra casados. La vida, en fin.

Sampras (30 años), Agassi (31), Rafter (28) e Ivanisevic (29), entre los maduritos. Roddick (18), Safin (21), Hewitt (20), Federer (20) y Ferrero (21) entre los jóvenes. Pelotas nuevas (con perdón), los llamó la ATP.

Y entre dos aguas, con 24 primaveras, el nuevo rey del tenis, el surfero Kuerten. Después de ganar tres veces Roland Garros sólo le falta demostrar que puede lograr otros Grand Slam. Y puede.

Si la lógica manda (que no ocurrirá), los cuartos de final masculinos podrían ser: Agassi-Rafter o Sampras; Kuerten-Kafelnikov; Safin-Grosjean; y Hewitt-Ferrero.

Entre las mujeres, retirada la inmensa Steffi Graf (Agassi sabe) el golpe de estado ya es un hecho. Las Williams, Capriati y Davenport han impuesto el tenis de físico y mandoble. Hingis, que las triplica en talento, hace casi tres años que no gana un grande. Siempre nos quedará Henin, que terminará jugando con tutú, de puro elegante. Los posibles cuartos serían: Venus-Clijsters; Capriati-Mauresmo; Hingis-Seles; y Davenport-Henin.

Habrá 28 españoles, 17 hombres y 11 mujeres. Ferrero, Corretja y Moyá son las opciones más serias; Robredo, la gran esperanza. Entre las chicas, siempre Arantxa, campeona en 1994. Santana ganó en 1964 y Orantes lo hizo en 1975. Entonces los Rolling tocaban en el Madison. Hay cosas que nunca cambian.