La Federación Española de Tenis (RFET) eligió ayer, tras una reunión de su junta directiva en San Sebastián, al Palau Sant Jordi de Barcelona (16.500 espectadores) como sede para la final de Copa Davis frente a la República Checa (4-6 de diciembre). La Ciudad Condal recibió 13 votos por uno para Valencia, que ofrecía el velódromo Luis Puig (14.000). Las dos se limitaban a cubrir el canon de un millón de euros.

Pero la elección ha abierto alguna grieta en el equipo campeón. Miguel Díaz, presidente de la Federación Madrileña, inició ya en Torre Pacheco, tras derrotar a Israel, conversaciones con Fernando Verdasco y Feliciano López, madrileño uno y adoptado el otro, para que se posicionaran a favor de Madrid y contrarrestar así el argumento de la altitud. Al no presentarse la capital tras el chasco olímpico, Verdasco fue claro: "A la única que no voy a apoyar es a Barcelona, que ya ha tenido una final. Otras ciudades también la merecen". Rafa Nadal intervino entonces: "Debemos dedicarnos a jugar y no a opinar". Francesc Orriols, presidente de la Federación Catalana, dijo a Catalunya Radio, que los tenistas habían perdido "una bonita oportunidad para callarse. ¿Qué pasa ahora si pitan a Verdasco en el Sant Jordi".

Reproches que el presidente, José Luis Escañuela, quiso cerrar con un llamamiento a la unidad. "Tomada la decisión de que sea Barcelona, estamos todos unidos y vinculados al triunfo, que es lo que importa. Nos ponemos todos la camiseta: jugadores, capitán y directivos". Orriols, también vicepresidente de la Española, fue en la misma línea. "Necesitamos unidad. En Barcelona se recibirá a todos bien. La gente sabrá discernir lo que se ha dicho. Nuestro activo máximo son jugadores y cuerpo técnico". De los 20 miembros de la junta directiva, faltaron los dos madrileños, el canario (también presentaron candidatura que cayó en una criba), el castellano-manchego y el castellano-leonés. Directivos que podrían haber sido más proclives a Valencia y que se descolgaron.