Nadal enterró fantasmas

Tenis | Masters 1.000 de Montecarlo

Nadal enterró fantasmas

Nadal enterró fantasmas

afp

Rafael Nadal firmó su octavo título en Montecarlo y enterró fantasmas, esencialmente el fantasma de Novak Djokovic, justo como hizo el Real Madrid, su equipo del alma, en el Camp Nou y ante el Barcelona. Y, tras siete finales perdidas, Nadal arrolló a Djokovic.

Es una respuesta típica de los viejos maestros del toreo: "Mire, en esto no hay escuelas. Se torea bien o no se torea bien". En el Montecarlo Country Club, Rafael Nadal Parera enterró ayer al fantasma de Novak Djokovic y se convirtió en maestro de maestros (20 títulos Masters) por una sola razón: porque jugó bien al tenis. Así, Nadal, de nuevo en su tierra sagrada, volvió a ser cazador y matador. Y Djokovic volvió a ser lo que fue hasta marzo de 2011: la presa.

Cabe especular con la tensión emocional de Djokovic tras la muerte de su abuelo y cabe recordar los 165 minutos que Novak había sufrido en pista ante Berdych en la semifinal del sábado. Pero Nadal golpeó con su primer servicio (22/26 de puntos ganados, 85%), dominó al serbio en golpes ganadores (16-11) e incluso firmó tres saques directos, por cero de Djokovic, que sumó el 40% de puntos con su primer servicio. Era el día de Nadal.

Solidez.

Sin vendajes a la vista en las rodillas, afinado físicamente, y con el rodaje de las cuatro rondas previas, Nadal apareció listo para el reto. En el segundo juego, Rafa ya superó un 15-30 a base de primeros servicios. Al momento, lleno de confianza, con ritmo y solidez en derecha y revés, Nadal quebró por primera vez el servicio de Djokovic, cuyo halo espectral de maldición iba disipándose bajo nubes de arena.

Esa rotura valió el 2-1 para Nadal y abrió un proceso de tortura para el serbio que, número uno al fin, resistió hasta el 4-3. En esos momentos, Nadal liberó todo su arsenal terrícola, el que le ha hecho rey de los Masters y príncipe imperial en Montecarlo: y ahí, Rafa condujo a Djokovic, o a su fantasma, hacia el martirio de un parcial homicida: 6-0.

Entonces, ya con 6-3 y 4-0 en la segunda manga, Nadal se adueñó de la arena gracias a saques angulados y variados en su precisión: con mezclas inteligentes de juego y empuñadura, con tiros liftados y cortados, Rafa hacía girar su empuñadura Western hacia tremendos mazazos planos, cruzados, que abrían la derecha de Novak. Al darle vueltas a la empuñadura, Rafa Nadal iba enroscando el nudo sobre el paladar de Novak Djokovic.

El final fue una masacre: Nadal ganó ocho de los nueve últimos juegos. "Yo sólo estaba allí limitándome a intentar meter la bola en la pista", admitió Djokovic. El tercer saque directo de Nadal puso fin a la miseria del serbio y al récord de triunfos consecutivos en un mismo torneo ATP. Borg tenía ese récord en 41 victorias, en Wimbledon (Federer sumó 40, en Wimbledon y US Open). Nadal, ocho veces maestro en el Principado lo deja en 42. Desde 2003, el balance total de Rafa en Mónaco es 44-1. Y así enterró Rafa Nadal a sus fantasmas: en su Montecarlo, su tierra, su reino...