Se cumplen 146 días sin Rafael Nadal en el circuito, casi cinco meses sin verle competir desde su eliminación en la segunda ronda de Wimbledon por Rosol el 28 de junio. En medio, renuncia a los Juegos con intentos infructuosos de entrenarse hasta el 15 de agosto, para dar paso a tres meses de recuperación en su gimnasio y trabajando en la piscina. Sin tocar la raqueta ni pisar la pista. No fue tampoco al US Open y cerró la temporada por culpa del síndrome de Hoffa-Kaster y una rotura parcial del tendón rotuliano de su rodilla izquierda.

Tres meses después Nadal regresó al Centro de Tenis de Manacor para volver a golpear la bola. Ante la prensa, porque unos días antes ya se habría probado en secreto con prudencia. "Estoy feliz por volver a una pista. Las cosas parece que evolucionan correctamente y ahora es cuestión de ir despacio, con cautela. Veremos si el cuerpo, y la rodilla en particular, acepta bien las cargas y puedo competir lo antes posible".

Rafa y su entorno no se marcan plazos para regresar al circuito: "Lo más importante es que la rodilla evoluciona favorablemente, y es motivo de satisfacción tras tanta espera. Ahora hay que tener paciencia para encontrar el momento adecuado para volver a competir. Cuando todo esté bien, cuando mi cuerpo esté preparado, porque llevo un tiempo importante sin realizar ejercicio de alto nivel".

Durante todos estos meses, no se le ha pasado por la cabeza la posibilidad de poner fin a su carrera. "Tengo 26 años y no me siento con la edad para hacerlo, ni mi lesión es para retirar a nadie".