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TENIS | MASTERS 1.000

Tiriac: "No me casé con Becker porque no soy maricón"

El polifacético Ion Tiriac, dueño del Masters 1.000 de Madrid, repasó en una entrevista aspectos de su vida y del tenis actual. El rumano siempre deja titulares.

Actualizado a
Tiriac (en el centro), con Wawrinka y Feliciano.
Denis DoyleGetty Images

Nadie puede borrar de la cabeza de Ion Tiriac la idea de que la arcilla azul es genial: el rumano cambiaría mañana mismo el color de la superficie del torneo de tenis de Madrid, un evento al que sólo le falta "educar al público" para ser perfecto.

"Este evento es muy especial pero necesita una cosa más: necesita educar al público español de que esto es un evento internacional enorme, enorme", dijo hoy Tiriac, dueño del certamen, en una entrevista con la agencia en su despacho de la Caja Mágica.

"Le falta tradición de un evento grande. España no lo ha tenido. Tiene torneos muy lindos, como el Conde de Godó, pero son torneos de clubes. No es un torneo de Caja Mágica. Mirá qué tenés acá", añadió en un español con acento argentino indicando con su mano la ventana de su despacho, desde donde se ve una marabunta de personas andando por las pistas al aire libre.

A punto de cumplir 75 años, el empresario rumano intercambia largos sorbos de café con respuestas en las que se muestra convencido de que Madrid es el lugar adecuado para el torneo.

"El evento, yo no lo llamo sólo torneo de tenis de Madrid, es muy especial. Nunca en este mundo un evento progresó de cero a donde estamos hoy en 12 años", aseguró orgulloso el ex tenista y ex entrenador de leyendas como Guillermo Vilas o Boris Becker. Del alemán habló con cariño, con el que le une una gran relación: "No me casé con él porque no soy maricón, pero es un tipo que me comió 11 años de mi vida. No puedes olvidar eso. Tengo una relación absolutamente normal. Tomamos una cerveza, hablamos, pero no nos visitamos cada domingo con la familia porque cada uno tiene su trabajo".

Tiriac fue el hombre que llevó a Madrid el torneo de tenis más importante que se disputó hasta ahora en España: "Es una cosa muy especial. A mí me gusta Madrid enormemente. Llevo 30 años queriendo venir a vivir a Madrid pero desgraciadamente no tengo tiempo". Sin embargo, parte del público y de los jugadores arremetieron contra él cuando cambió el color de la arcilla para la edición de 2012. Pero a él no le afectó lo más mínimo.

"Acuérdate que hace dos años me pegaba a mí el público y todo el mundo. Pero no me toca, soy demasiado viejo ya para que me afecte. Pero dicen: 'Este Tiriac que cambió, pobres jugadores...' ¿Pobres jugadores? Si patino yo, patina el otro y el otro. Eso me dijo el señor (Roger) Federer, que es un gran señor y ganó el torneo. Hoy no hay ley sobre el color, la ATP no tiene una ley de color. En Estados Unidos es gris. Si no quieren, no quieren", dijo a dpa.

"El día que metí el azul la primera vez en Stuttgart bajo techo, la gente dijo: 'Ay, ay, ay, ay, ay: el tenis es rojo o verde, no azul'. Dos años después, US Open, Australian Open, todos con azul. Hacer el torneo de Madrid azul costó mucho, mucha plata, mucho tiempo", agregó.

"No tiene nada que ver con que las canchas patinaban (...) Antes del azul, las canchas nunca fueron buenas. Ahora son perfectas, exactamente como Roland Garros. Sólo que son rojas, la revolución no llegó, bien, pero yo personalmente lo cambiaría mañana. Yo no tengo nada que decir, nada que ver".

Tiriac, uno hombre experimentado en el mundo de los negocios, lamenta que el tenis no permita incluir novedades. "Cuando quieres cambiar una cosita te contestan 'no'. Tú dices 'quiero cambiar' y te dicen 'no'. 'Pero si no te dije qué quiero cambiar'. Y es una lástima", dijo el rumano, que haría las pelotas más grandes y fosforescentes para hacer el juego más atractivo y vistoso.

"Las pelotas fosforescentes no llegaron porque los fabricantes de las pelotas se contentan con cómo es ahora", dijo Tiriac, que lanzó la idea hace dos años. "El tenis es muy difícil de cambiar porque tenés cinco o seis categorías distintas. Está el ATP, el WTA, los Grand Slam, que son del dios -dice mirando al cielo-, la Federación Internacional (ITF), las federaciones nacionales. ¿Cómo vas a ir a una mesa y decir: 'Hoy la pelota de tenis es un 50 por ciento más grande'? No se puede ya".

"El juego es impresionantemente rápido. Demasiado rápido. Yo prefería un juego entre (Ilie) Nastase y (Manolo) Santana. La solución es muy fácil: una pelota más grande. Con la pelota más grande se saca menos rápido, se devuelve menos rápido".

"(Ahora) son atletas, pero nosotros también jugábamos cinco o seis horas. Pero con esa raqueta -señala una de madera que tiene en un rincón-, 150 gramos más pesada, con la pelota que tenía lana, no nylon... Era una cosa distinta".

Sin embargo, hay algo en lo que Tiriac sí se mantiene clásico: la ropa: "Yo volvía al hábito blanco, porque tenía mucha más clase con el hábito blanco que con el blue jeans, el éste, lo otro..."

"Sí, hay jugadores que no quiero nombrar, que son elegantes. Y hay jugadores que parecen que vienen de un concierto hippie de los años 60. Cada uno con sus ideas, a mí me gusta lo clásico. Wimbledon hizo concesiones, pero muy pocas".

El polifacético hombre -empresario, ex jefe olímpico de su país, ex jugador de hockey sobre hielo y hasta colaborador de los servicios secretos rumanos en la década de los 60- no celebrará el viernes sus 75 años viendo un partido de tenis del torneo de Madrid, su obra cumbre. "Estoy dos o tres días y debo irme. Voy a ver a mis hijos a Montecarlo, voy a trabajar también, voy a Rusia la semana que viene, luego a Alemania la misma semana. Estoy en un avión, vivo en un avión".