TORNEO DE BRISBANE

Federer sube al Olimpo de las 1.000 victorias en Brisbane

El tenista suizo, en presencia de Rod Laver, consiguió la histórica marca en encuentros de la ATP tras imponerse a Raonic 6-4, 6-7(2) y 6-4.

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Cuando todo se consumó en Brisbane, con su millar de victorias y su título número 83 en la ATP, Roger Federer dejó escapar unas lágrimas, en presencia del fenomenal Rod Laver, que homenajeó a Roger sobre la misma pista del Pat Rafter Arena en la entrega de trofeos. “Espero que tengas 1.000 victorias y aún puedas andar cuando llegues a mi edad”, bromeó Federer con Milos Raonic, a quien acababa de derrotar por 6-4, 6-7 (2) y 6-4 en la final del Brisbane International. Contemplaban la escena, atónitas, las hijas gemelas de Federer: Myla y Charlene.

Una derecha forzada de Milos Raonic que atrapó la red después de 134 minutos de partido selló la victoria número 1.000 de Roger Federer en la ATP, además del título de Brisbane. Federer (33 años) pisa el Himalaya del millar de triunfos oficiales que hasta ahora en Era Open solo habían hollado Jimmy Connors (1.253) e Ivan Lendl (1.071). Ellos alcanzaron 1.000 triunfos con 32 y 31 años, respectivamente. Bajo constante presión (21 saques directos de Federer), Raonic (14 aces) fue perdiendo energía con la extensión del partido.

Leyenda. Y en el cruce entre el violín del virtuoso suizo y el martillo que es la raqueta de Raonic, prevaleció la música callada de Federer, después de que la cuarta doble falta del fatigado Raonic abriera a Roger el punto de partido en presencia de Laver: ganador de dos Grand Slams en 1962 y 69 y nacido en Rockhampton, Queensland: ese es el Estado de Brisbane. Fuera de la Era Open, Laver también ganó más de 1.000 partidos (como Ken Rosewall) y 200 títulos. “Todo en Federer se debe a la estrategia, físico... y a su habilidad para jugar en cualquier superficie”, examina Laver.

“Hay que trabajar y prepararse duro, de modo constante. Llegar a 1.000 triunfos es más difícil de lo que parece”, analiza Lendl en ATP Tour. En la candente tarde, Federer bajó la bola a ras de pista, como suele, para aprovechar los problemas de movilidad que limitan al altísimo Raonic (1,96, octavo tenista mundial). Raonic combatía con restos rápidos... y servicios entre 225 y 230 km/h. El tercer set navegó bajo un manto de tensión que nadie traspasaba: hasta que Federer (Jaaawohl, Sííí... exclamó Roger) rompió el encanto. Eran 1.000 triunfos. La música de Federer volvió a silenciar a la artillería: y en el horizonte rojo de Ayers Rock va a asomar, en solo una semana, el ardiente sol del Abierto de Australia.