Se la ve con buen ánimo aquí, en Melbourne. Contenta, ilusionada. ¿Tiene eso que ver con la firma definitiva de Garbiñe Muguruza para representar a España en vez de a Venezuela?

—Hombre... lo fundamental es el buen ambiente que hay. Yo estoy contenta porque también las veo contentas a ellas, en general: y eso es algo no tan fácil a principios de temporada y en el tenis femenino.

—La hablaba de Garbiñe Muguruza y su llegada al equipo nacional español. ¿No es un punto de inflexión?

—Sí lo es (convencida). Debe de ser así. Con ella, Garbiñe, más Carla Suárez y todas las que vienen detrás, que son bastante importantes, podemos hacer cosas muy, muy grandes. Tenemos profundidad. Muchas individualidades. Sé con seguridad que partiendo de dos buenas jugadoras, del nivel que son Garbiñe y Carla, ya se pueden hacer cosas. Cabe aspirar a todo. Con ellas podemos soñar. Y lo creo de verdad.

—No viene nada mal para el tenis femenino español que pasó una ‘edad oscura’, una especie de vaguada de bajas presiones, después de la retirada de sus campeonas en Grand Slam: usted misma, Conchita... y Arantxa Sánchez Vicario.

—Primero, comparar épocas no me gusta. Sé que el presente es positivo, es lo que me interesa. Pero con el tenis femenino, a veces no se es objetivo. Arantxa y yo estábamos habitualmente entre las cinco primeras del mundo. Eso no es fácil e intentar repetir algo así es lo que pone presión cuando hemos tenido tan buen nivel como siete u ocho jugadoras entre las 100 primeras. Y eso está muy bien. Se ha fallado solo en carecer de una ‘top ten’, que es lo que más se ve. Pero es solo en eso: en nada más.

—¿Ha sido importante en la decisión de Garbiñe la consolidación como pareja de dobles con Carla Suárez? Pueden ser un buen dúo para Río 2016...

—A mí personalmente, esa siempre me pareció una decisión acertada. Pero hasta qué punto ha influido en el plano personal de Garbiñe, sólo la jugadora puede saberlo. Tendría que responder ella. En eso, tanto como en el alcance de los mismos aspectos sentimentales que la puedan atar a Venezuela o a España... ya todo es una cuestión de ella. Yo solo quiero verla feliz y contenta y haré lo posible para ello. Todo el mundo aquí... necesitamos un empujoncito.

—Usted, Conchita, siempre ha estado en contacto con el Tour profesional, no ha faltado a él, casi tiene aire aún de jugadora en activo. Eso ayuda, ¿no?

—Me ha gustado seguirlo desde 2006, cuando me retiré y esa continuidad sí que me ha ayudado en lo que ahora hago. No he dejado de estar desde 2006, es cierto, en la televisión (es comentarista de Eurosport) o en las pistas asesorando a gente. Este mundo me gusta. Es mi pasión. Si no, hubiera desaparecido del mapa: y no lo he hecho. Quiero devolverle cosas al tenis, que tanto me dio. Aportar y ayudar en lo que pueda.

—¿Se plantea entrenar a una jugadora profesional ‘full time’, como ya hace Martina Navratilova con Agnieszka Radwanska?

—No lo descarto. Pero este año, no. Mi compromiso está con la Copa Federación. Pero mi experiencia puede servir para entrenar tanto a chicos como a chicas.

—O sea, que usted se puede plantear entrenar a hombres...

—No veo por qué no. No veo que por ser mujer tenga que pensar en entrenar solo a mujeres. Ahí está Amélie Mauresmo (con Andy Murray, un ganador de Wimbledon y el US Open). Y hay más ejemplos de la validez de esto que digo.

—¿Y podría pensar en dirigir al equipo español masculino de Copa Davis después de lo que está pasando con Gala León y su nombramiento?

—Paso de eso. Ya se ha hablado bastante. No se ha dado el caso. Especulaciones, no: no me gustan. En la vida, cuando llegan las oportunidades es cuando te las planteas. Mientras, quédese con que ahora sí podemos soñar...