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Tenis | Us Open

Nadal mete la directa

Rafael Nadal no conoce la fatiga, ha metido la directa en Nueva York, y tras barrer al serbio Troicki ya se adentra en la segunda semana del US Open. Su rival, mañana, en octavos de final, será el estadounidense Sam Querrey (1,98), que apeó a Ivo Karlovic.

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<b>ADELANTE. </b>Nadal ya se ha adaptado a las circunstancias especiales del US Open: Troicki lo comprobó.
Reuters

Nueva York se calienta, damas y caballeros. Esto es el US Open, puro drama. En cuatro sets, Robredo despide a Safin, ex campeón del Open. Ali Tsonga sigue saliendo de las cuerdas a mamporro limpio, y noqueó a Moyá también en cuatro sets. Charly ganó el primero, pero el final sólo perteneció al show de los gestos y la pegada de Tsonga. Y Nadal... recapitulemos.

El difícil primer día, el lunes, el día de la adaptación, cuando Nadal necesitó tres horas para batir al correoso pegador alemán Björn Phau (pero sin que Rafa perdiera un set), The New Yok Times tituló: "Nadal muestra signos de fatiga mental". Y el N. Y. Times, sin duda, mostró signos de no saber bien quién es Nadal, o sea, el número uno de este asunto, en este Open.

Tras el segundo día, con alguna carrerita extra ante De Heart, Nadal enseñó los colmillos. En rueda de prensa hubo una pregunta con guasa: "¿A usted le apetece llamarse a sí mismo el mejor jugador del mundo en estos momentos...? Porque Roger (Federer) dijo el otro día que los ánimos de la gente le inducen a pensar que él es todavía el mejor". La respuesta de Nadal fue como un passing cruzado, pesado... y liftado: metralla pura: "Esta semana soy el número uno, no sé en qué número voy a estar en tres semanas... hace algunos días era el número dos, pero esta semana soy el uno. Pero si tú me quieres decir ahora que eres el mejor jugador del mundo, nunca se sabe, ¿no? Depende de la semana". Y así sonó la hora de Troicki.

Paliza. El Nadal-Troicki fue uno de esos días en los que Rafa no necesita de escapatorias inverosímiles. Le bastó un punto, un solo punto. Pegando a la desesperada tras ceder el primer set, Troicki había hecho break sobre el servicio de Nadal, en el tercer juego de la segunda manga: 2-1. 3-1. Y 3-2 para Troicki, que servía en el sexto juego para 4-2. Iban 30-40 para Nadal, cuando Troicki pegó larguísimo sobre el revés de Rafa, fue a por uvas y voleó, con toque y clase, hacia la esquina opuesta, tras un tiro de revés de Rafa: era la típica bola por la que la mayoría ni siquiera hubiese corrido...

Pero Nadal no es de esa mayoría estática, sedentaria. "Esta semana" en Nueva York, y quizá por algunas semanas más, Nadal es el number one. Y el número uno sprintó a su lado bueno, el izquierdo, como en busca de Usain Bolt, y llegó a ese ángulo imposible y perpetró un passing tan monumental como aquel asombroso en la muerte súbita del cuarto set de la final de Wimbledon. Fue el 3-3. Troicki se quedó clavado: pero clavado. Ya no iba a ganar un juego más en el Open. Nadal le enseñó la puerta de salida con un parcial de 11-0, como la estampida de once elefantes furiosos sobre Flushing Meadows: aquí, una vez hubo un parque de atracciones.

El lunes, en octavos, Nadal se cruza con Sam Querrey, el pegador californiano de 1,98 que ha echado a Karlovic tras reventar a Berdych. Pero Nadal ha metido la directa. Y en Nueva York, es el número uno.