Al fin, el buen pueblo de París pudo consumar sobre Nadal la ecpirosis o catarsis de purificación colectiva que el mismo Rafa Nadal suele impedir año tras año en Roland Garros. La relación de Nadal con París sería digna de un capítulo en un libro tan místico como El Nombre de la Rosa.
Tras una serie de pinchazos en la rodilla derecha, Nadal, o lo que de él quedaba, se retiró del torneo del Omnisports de Bercy tras perder el primer set ante Davydenko: 1-6. Con 1-4, Rafa ya recibió atención médica. Todo, bajo una sensación incómoda: ¿era Nadal o era alguien parecido a él? El buen pueblo de París lo tenía claro: era Nadal, que se llevó la bronca de la tarde cuando, tras el 1-6, estrechó manos y se despidió del incrédulo Davydenko y del amable árbitro Carlos Bernardes.
Una pataleta semejante no pudo escuchar Federer: porque se retiró por la mañana, una decena de horas antes de tener que jugar con Blake. Federer abandonó con su discreción habitual, mediante un comunicado en su página web que anunciaba "dolores dorsales". A un lado exhibiciones y dobles, Nadal jugaba ayer su partido número 93 en 2008: 82-10, hasta ver a Davydenko. Federer no vio a Blake. Queda en 78 partidos: 65-13. Mucha tela. Y ahora... "Estamos más fuera que dentro de Shanghai", avisó en la SER Toni Nadal, tío y entrenador de Rafa.
Rafa también avisa: "Sentí un pinchazo agudo en la rodilla... me impedía tomar impulso. Confío en poder estar en Shanghai, pero no voy a hacer ninguna locura, aunque no creo que sea grave. Si no se puede, no iré y volveré en la final de la Davis. Y si tampoco puedo, pues ya será para la próxima temporada. Federer me dijo que se retiraba... yo no estoy mucho mejor que él. Entiendo que el público esté decepcionado. Había pagado su entrada, pero el más dolido era yo".
