Roger Federer abraza el Grand Slam en París

Tenis | Roland Garros

Roger Federer abraza el Grand Slam en París

Roger Federer abraza el Grand Slam en París

Para Roger Federer, París bien vale ya una misa o, como mínimo, una experiencia mística: en la pista Philippe Chatrier, el suizo se coronó campeón de Roland Garros, firmó el torneo de Grand Slam que faltaba en su carrera y empató con Sampras.

La estupenda carrera de Roger Federer se corona en el Camelot del Grand Slam. Federer es guapo, tiene clase y armonía. Estupendo. Pero su Camelot lleva un asterisco, un pero: como el Tour de 1973 para Luis Ocaña, que acabó de amarillo en París sin Eddy Merckx en carrera. O cuando casi nadie reconocía campeón al tremendo Joe Frazier, esos años en los que Muhammad Ali estuvo proscrito y sin licencia.

Antes del húmedo domingo, mucho antes de deleitar entre lágrimas y llovizna a los exquisitos revoltosos de la Chatrier, el mismo Federer definió: "Mi escenario de ensueño es ganar aquí, batiendo a Rafa Nadal en la final". Ayer siguió: "Sabía que el día en que Rafa no estuviera en la final, yo ganaría". Roger selló su Career Slam: pero no batió a Rafael Nadal.

Mérito.

El mérito de Federer no reside en el partido de ayer que, como duelo, apenas existió. A Robin Söderling, intimidado por el rival, la leyenda y la ocasión se le vieron las vergüenzas: poca lateralidad, inseguridad táctica y mental... es cierto que Federer manejó el ritmo. Y, al danzar de aquí para allá en la arena húmeda, Söderling se movió como un plantígrado con las garras melladas. El mismo Söderling dio la clave en la primera frase de su discurso: "He jugado contra el mejor de todos los tiempos". No era así como asaltaba Frazier a Ali, o viceversa. No es así como Nadal asalta a Federer. O como el joven Del Potro atacó y casi tumbó al Grand Roger.

El Career Slam de Federer, cuatro grandes en años alternos, abre el debate. ¿Es Roger el mejor de siempre? Söderling, Nick Bollettieri, Agassi y algunos más dicen que sí. Para Bud Collins, el mejor es Rod Laver, a quien los seis años con la troupe profesional de Jack Kramer privaron de tantos títulos. Borg era increíble. Nadie ha emocionado como McEnroe, nadie ha pegado como Lendl. El aire de los tiempos, L'Air du Temps, el espíritu de una época, nos trae al estupendo Federer y a su Camelot. Pero hay asterisco: ese asterisco bronceado que está mirándose la rodilla hoy, en Barcelona.