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Tenis | Roland Garros

Nadal contra Hewitt: cuarta edición en París

De los seis últimos encuentros, Rafa ganó cinco.

Actualizado a
Rafa Nadal

Rafael Nadal-Lleyton Hewitt: dieciseisavos de final, tercer turno de la Chatrier, hacia las 16:00 horas, tras Djokovic-Hanescu. Suena un punto impersonal. Pero en realidad, y, como en Take On Me, la canción de A-Ha, es como la imagen de un mismo ego, un terrible espíritu ganador que se mira y enfrenta a un espejo: hasta que el espejo se lo traga todo, el espejo gana la partida.

Entre 2004 y 05, Lleyton Glynn Hewitt se movía entre los números dos y tres del mundo. En sendos Open australianos, el cristal de Melbourne Park le devolvía a Hewitt un reflejo cada vez más esculpido en bronce: Rafa Nadal. Lleyton era un demonio al que la prensa australiana llamaba "Satán". Hoy, el espejo bronceado ha devorado a la sombra del diablo antes conocido como Satán. Hoy, el que se mira ante la luna, el "dominante" (define Hewitt) es Rafa Nadal. Hewitt ya ganaba torneos en el Siglo XX. Y Nadal domina muchas cosas en la segunda década del Siglo XXI

Hasta 2005, Hewitt ganó a Nadal tres veces de tres. Desde 2006, Nadal gana cinco de seis. En Queens (2006), Rafa se retiró por precaución, con un set iguales. El de hoy será su cuarto duelo en Roland Garros, en cinco años. Hoy, con Hewitt número 44 de la ATP, el cruce llega en dieciseisavos: justo igual que en 2009, cuando Rafa atomizó a Lleyton sólo para verse con Robin Soderling a la vuelta de la esquina.

Hewitt (29 años) supo ganar un set a Nadal en la Chatrier: en 2006. Pero el instinto ganador de Lleyton se ha ido templando: el paso del tiempo, las lesiones, la familia... "Nadal es puro fuego español, un incendio que arde", describe gráficamente el veterano Bud Collins.

Ese incendio carbonizó ayer al argentino Cebolla Zeballos en 105 minutos: 6-2, 6-2 y 6-3. Con revés a una mano es difícil batir a Nadal. Hewitt, listo pero con poquito peso, necesitó cinco sets en tres horas y ocho minutos para derribar a Istomin. Nadal se mira hoy ante el espejo: y dentro de él sólo ve a la sombra de aquel diablo, Satán Hewitt. El demonio, el espejo que devora es Nadal.