Fiesta en Madrid de dos magos solidarios

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Fiesta en Madrid de dos magos solidarios

Fiesta en Madrid de dos magos solidarios

jesús rubio

Rafa Nadal y Roger Federer cerraron en Madrid su doble duelo en beneficio de sus respectivas fundaciones. En la Caja Mágica ganó el número uno. Sin la tensión de la competición, más de 11.000 espectadores disfrutaron del tenis de dos genios del deporte unidos por una buena causa.

El resultado no cuenta cuando lo que importa es hacer más fácil la infancia de unos niños... Pero Rafa Nadal, genio hipercompetitivo, tuvo en la Caja Mágica de Madrid su mini-revancha de la derrota del martes en Zúrich: 7-6, (7/3), 4-6 y 6-1 a Roger Federer en la Caja Mágica.

Los dos reyes del tenis fueron también magos, porque el proyecto de la Fundación Rafa Nadal en Anantapur (India) y otros que ya planea tendrán financiación suficiente gracias a los 8.000 aficionados que pagaron entre 26 y 36 euros para comprar su entrada (se agotaron en seis horas) y el resto de personas que completaron los palcos hasta sumar 11.442 gestos solidarios.

La pista se comenzó a trocear después, en 35.000 pedazos, que firmará el propio Nadal, y que a un precio de 65 euros darán más oxígeno a la Fundación (2,2 millones de euros).

Nadal y Federer, los hombres que han ganado 21 de los 23 últimos títulos de Grand Slam, salieron desde Suiza en un jet privado a las 09:45, pasaron una hora codo con codo sobrevolando Madrid debido a problemas con el tráfico aéreo, dieron una rueda de prensa en Torrespaña y fueron protagonistas del Telediario.

Luego, comieron frugalmente en el AC Retiro y a las 16:20 horas estaban dando un clínic a casi un centenar de niños que les miraban con los ojos como platos mientras les devolvían bolas durante 20 minutos. Tocaba cumplimentar a los patrocinadores en la zona VIP, disfrutar del concierto del incombustible David Bisbal desde el túnel de vestuarios y ya salir a la pista a destapar sus frasquitos de esencias.

Toquecitos de muñeca sutiles en las dejadas del de Basilea, efectos envenenados en los mejorados saques de Nadal, derechas de seda como misiles del número dos contrarrestadas con passings del número uno... Sin el ajuste milimétrico de la competición, sin la tensión de los títulos, pero con las ganas de sembrar las gradas de sonrisas (ambientazo en Madrid) e ilusión en otras partes del globo.