La última vez que Roger Federer y Novak Djokovic se enfrentaron en suelo estadounidense mucha gente pensó que el ocaso del suizo había llegado definitivamente. Federer perdía en las semifinales del US Open en 2011 teniendo dos bolas de partido. La retirada tenía como fecha finales de la presente temporada. Esa dura derrota en Nueva York fue más terapéutica que sentenciadora y Federer acabaría 2011 ganando el Masters de París-Bercy y la Copa de Maestros en Londres. En lo que llevamos de 2012 el suizo ha ganado seis torneos, ha sumado una medalla de plata en los Juegos de Londres y ha recuperado el número uno mundial. Si alguien dudaba de que no volvería a ver la mejor versión de Federer, se equivocaba.
2012 se está convirtiendo para Federer en su particular año de los récords. Tras ganar su séptimo Wimbledon recuperaba el liderato mundial y con ello sobrepasaba el anterior récord de 286 semanas como número uno de su amigo Pete Sampras.
Ayer en Cincinnati volvió a esculpir su nombre con letras doradas en la historia del tenis igualando a Nadal como máximo ganador de Masters 1.000 con 21 trofeos. Menos en Montecarlo y Roma (territorio Nadal) los ha ganado todos. En Ohio ya había vencido cuatro veces, pero esta vez tenía que hacerlo rotundamente, sin parangón. Así lo hizo. Se plantó en la final ante el número dos sin perder ningún juego al saque. Djokovic, que venía de ganar en Toronto, recibió un severo correctivo en la primera manga, 6-0. En la segunda hubo un poco más de batalla. El serbio forzó la muerte súbita pero ni con esas pudo tumbar a la leyenda helvética. Con el título de ayer, el de Basilea suma 76 a sólo uno de los 77 de John McEnroe, tercer tenista con más trofeos.
