Las semifinales siguen siendo la barrera de David Ferrer en 2016. En el ATP 500 de Pekín jugó la quinta de año frente a Andy Murray y acabó derrotado por 2-6 y 3-6 en 1h:30. Hay que remontarse hasta 2004 para ver al alicantino, de 34 años, sin jugar una final a estas alturas del año.

Entre monólogos para corregir fallos y tragos de agua continuos para mitigar la fatiga que supone siempre jugar contra un gladiador como Ferrer, el número dos del mundo superó un inicio duro (más de 15 minutos para dos juegos), levantó un break de Ferrer y encadenó seis juegos seguidos desde el 1-2 hasta el 0-1 del segundo set. Ahí se ventiló parte del partido.

Murray, que este año se ha coronado en Roma, Queens, Wimbledon y besó el oro en Río, es pura consistencia. En la segunda manga, lo demostró haciendo frente al desgaste al que le sometió el español, porque el resultado final no reflejó del todo la lucha en pista. Se puso por delante (1-3), vio neutralizada la ventaja inmediatamente y volvió a romper (2-4) para dispararse ya a la victoria. Jugará la final contra el búlgaro Grigor Dimitrov, verdugo de Rafa Nadal en cuartos, que pasó directamente tras la retirada de Milos Raonic en semifinales.

Desde 2010, Ferrer ha ganado al menos un título por año, y el pasado fueron cinco. Este curso, sin embargo, no consigue subir del escalón de semifinales desde el puesto 14º del ránking que ahora ocupa.

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