El suizo explotó al máximo su habitual juego agresivo y la gran variedad de golpes de su repertorio. Se adueñó en todo momento del centro de la pista para abrir ángulos y variar la altura, el efecto y el ritmo constantemente. Nada más incómodo para el rival en una pista resbaladiza y que penaliza los apoyos fuertes.

Fiel a su estilo, Federer salió en tromba en el primer set, en el que se anotó hasta tres juegos en blanco. El viento racheado en la central Manolo Santana de la Caja Mágica amagaba con complicar el duelo. Dos breaks definieron la manga. El primero en el cuarto juego (1-3), el segundo en el octavo (2-6).

El segundo parcial siguió un guión similar. Con Federer llevando la iniciativa en la mayoría de los intercambios y Tipsarevic buscando el golpe que le permitiera salir de la presión. Jugando al límite. Y como en el primer set, el serbio encajó la rotura de servicio en el cuarto juego, tras un estratosférico resto de derecha cruzada (1-3). Una ventaja determinante ante la solidez mostrada por el tercer jugador mundial con el servicio: 8 aces, 75% de efectividad con los primeros saques, el 80% con los segundos y una única bola de break concedida.

Berdych y Federer se han medido en el circuito en catorce ocasiones, con diez triunfos del suizo por cuatro del checo. Sobre tierra batida el balance es de 2-0 y en finales 1-0. Ambos a favor del tenista con más títulos de Grand Slam. Es la primera final de Berdych en Madrid y la quinta de Federer, que perdió las finales de 2007 (contra Nalbandian) y 2010 (frente a Nadal), y que podría acabar la semana arrebatando el nº2 de la clasificación ATP a Rafa Nadal.