Andy Murray, número seis del mundo, se enfrentará a Tomas Berdych, número siete, en la primera semifinal del Abierto de Australia, después de batir en dos horas y cinco minutos a Nick Kyrgios, la nueva gran esperanza australiana, cuartofinalista en dos de los tres últimos eventos de Grand Slam. En un Rod Laver Arena abarrotado y pletórico en su apoyo a Kyrgios (con el propio Rod Laver y Roy Emerson en el palco, las dos grandes glorias del tenis australiano de los años 60...), Murray prevaleció con notable facilidad: 6-3, 7-6 (5) y 6-3.

El escocés de Dunblane quebró en tres oportunidades (3/9) el fuerte servicio de Kyrgios, con punta a 207 km/h y media a 190. La punta de Murray (13 saques directos) viajó a 211 km/h. Por oficio y experiencia, Andy gobernó completamente el rumbo ante 'Big Nicky'. Las condiciones volvieron a ser extrañas en un Rod Laver Arena donde, a la hora de la finalización (21:45 en Melbourne), el termómetro se detenía en 15 grados centígrados. Murray fue superior en golpes ganadores (48-36) y también incurrió en diez errores no forzados menos que Kyrgios: 28-38.

"Tiene buenísimas manos, un gran saque y mucho talento. Juega sin ponerse la menor presión ni estrés y eso es muy importante" dijo Murray sobre Kyrgios. Andy aclaró a Jim Courier, aun sobre la pista del Arena: "Quería terminar esto cuanto antes y no llegar a un cuarto set porque hacía cada vez más viento y más frío. En esas condiciones, que empeoraban, ante Kyrgios y con el público apoyándole a él, hay que salir de un partido como este lo antes posible. He visto a Tomas Berdych sacar y jugar muy bien ante un rival tan fuerte como es Rafa Nadal y solo puedo decir que ante Berdych espero una semifinal muy dura y llena de problemas". A Murray no le falta lógica: Berdych le domina por 6-4 en el 'cara a cara' de duelos directos, con sendas victorias del checo en los dos cruces más recientes, ambos en 2013: Madrid y Cincinnati. Murray no gana a Berdych desde la fase de grupos de la Masters Cup, en 2012: ya va para tres años.